4 de agosto de 2012

El peor de los diezmiles

Hace calor, mucho calor, apenas se ha asentado la comida en mi cuerpo y tenemos que empezar a prepararnos para correr diez kilómetros por montaña.
Esta distancia no se me da nada bien, pero tampoco hay otra que se me de mejor. Pero sirve de excusa para mover el cuerpo.
Llega Ramón, que no solo parece estar en forma, si no que lo está, ha venido para vengar su cuenta personal conmigo.
Nos vamos a recoger el dorsal y de paso a Angel que viene dispuesto a darlo todo.
Salimos a calentar, o mejor dicho a poner el organismo a tono, por que con el calor que hace no vamos a necesitar calentar mucho, mejor sería refrigerarnos.
Dan la salida a las 19:00 h, salimos como podemos a terminar nuestra distancia de la mejor manera posible, si cabe, con algo de dignidad.
Pero no será esta la ocasión que mas disfrute de correr por la montaña, me siento denso, pesado, falto de energía, es como si la fuerza se hubiese ido de vacaciones, intento echar mano de mis recursos, pero que recursos! imbécil! aquí solo cabe tirar como un animal hasta el final.
Las subidas se me dan mal y las bajadas peor, respiro profundamente pero pronto mis pulmones tropiezan contra las costillas, no puedo coger todo el oxigeno que necesito, me voy envenenando poco a poco sin recuperar lo perdido, mis piernas se inflan como las arcas del Santander, pero el resultado se aproxima mas a Bankia, espero el rescate urgentemente, aunque Ferran me apuntala con un sorbete de acuarius fresquito, la prima de riesgo sube irremediablemente hasta el cementerio de Sant Climent. 
Por fin la bajada a meta y mi salvación, eso si ahora tenemos que pagar las consecuencias del rescate, larga cola para un vaso de colaloca y un poco de fruta, será verdad que tan mal lo hemos hecho que no nos merecemos nada mejor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ojito con lo que ponéis...